50 Cielos para Gordo
- Miguelitor
- hace 24 horas
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Hoy quiero contarles una historia. No es bonita, no es alegre, pero es verdadera. Es una historia de amor, de ausencia y de cien mil cielos.
Mi hermano Carlos, al que todos llamábamos Gordo, hoy habría cumplido 50 años. Pero hace dos que se fue, y desde entonces, su ausencia pesa como el cemento. Literalmente. Porque hay días que no puedo con el vacío que dejó, y otros en los que encuentro formas de cargarlo, de transformarlo, de vivirlo.
Este año decidí hacerle un regalo. Uno de esos que no se envuelven en papel ni se colocan en una mesa. Es un regalo hecho de miradas al cielo, de recuerdos y de dolor. Le he fotografiado cincuenta cielos. Uno por cada año que hubiera cumplido.
¿Por qué el cielo? Porque es lo único que me queda de él. Es lo único que compartimos cada día, aunque él ya no esté. Cada vez que miro hacia arriba, busco señales suyas entre las nubes, en los trazos de los aviones, en la luz que se filtra entre los edificios. El cielo, aunque parece vacío, está lleno de él.
Estos cielos no son bonitos. No están hechos para adornar paredes ni para apaciguar el alma. Son cielos duros, planos, grises. Los he llamado Cielo de Cemento, como la canción que escuchábamos juntos en el camión: "Hoy el cielo es de cemento, parece que Dios está muerto…". Esa canción es mi despertador cada mañana, un recordatorio diario de que aunque Gordo no está, sigue siendo parte de mi vida.
El ruido en las fotos no es casualidad. Es el eco de su ausencia. El grano, el contraste, la dureza… todo está ahí porque así se siente vivir sin él. Cada fotografía es un intento de encontrarlo, de hablarle, de recordarle que aquí seguimos. Que Ana, Pilar, los sobrinos, los cuñados, papá y mamá… todos estamos bien, o al menos, lo intentamos. Cada uno lleva su duelo a su manera, pero seguimos adelante, porque sabemos que es lo que él hubiera querido.
Este proyecto es mi forma de rezarle. De continuar nuestra conversación. Porque el duelo no se supera, se camina con él. Y yo camino con mi cámara, buscando a mi hermano en cada cielo que miro.
Ya tengo la idea para el próximo año. Se llamará SOLO. Será una serie de sombras, porque ahí también lo encuentro. En el espacio donde la luz no llega, en los bordes oscuros, en el eco de lo que fue.
Hoy, 25 de abril, no hay fiesta ni brindis. Pero sí hay celebración. Porque celebrar no es bailar ni levantar copas, es recordar. Es amar. Es pensar. Y hoy celebro por él, por su vida, por todo lo que fuimos juntos y por todo lo que sigue vivo en mi memoria.
Cincuenta cielos, Gordo. Son tuyos.Y el año que viene, te regalaré sombras.
Porque aunque el mundo diga que te has ido,yo sé que sigues aquí,en cada cielo, en cada sombra,en cada puta ausencia que llevo en el pecho.
Este es para ti, hermano. Siempre.
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