Puertas cerradas y secretos urbanos
- Miguelitor
- hace 2 días
- 3 Min. de lectura
¡Muy buenas, fotógrafos!
Como en la entrada anterior, hoy seguimos explorando esos pequeños detalles de nuestro entorno que, aunque parecen insignificantes, tienen mucho que contarnos. Esta vez quiero hablaros de otra fotografía que hice durante uno de mis paseos por Ciempozuelos, mi pueblo. Sí, otra puerta cerrada. Pero, como ya sabéis, estas puertas tienen un encanto especial para mí.

¿Qué nos dice esta puerta?
En esta imagen, lo primero que destaca es la puerta cerrada en el centro, con unas pintadas que parecen nombres, iniciales o mensajes efímeros. ¿Quién las hizo? ¿Por qué? Estas marcas humanas, aunque sencillas, convierten la puerta en algo más que una simple barrera: la transforman en un lienzo improvisado, en un lugar donde alguien quiso dejar su huella.
El resto de la escena no se queda atrás. La fachada desgastada, los cables colgando sin orden, la reja metálica… Todo esto nos habla de un espacio que ha quedado en pausa, como si el tiempo hubiera pasado sin mucha prisa por aquí. Y, sin embargo, justo a la izquierda, una señal de "prohibido estacionar" nos recuerda la presencia de reglas, incluso en un lugar que parece olvidado.
¿Por qué me fascinan estas puertas?
Os contaba en la entrada anterior que, viviendo en Hong Kong, este tipo de escenas me resultan muy peculiares. Allí todo está en constante cambio: los edificios viejos son reemplazados, y no hay lugar para el abandono. En cambio, aquí en España, especialmente en los pueblos pequeños, estas puertas tapiadas o cerradas son algo muy común.
Recuerdo que la última vez que vine, fotografié varias puertas como esta y se las enseñé a mis estudiantes en Hong Kong. ¡No os imagináis sus caras! No podían creer que algo así existiera. Me preguntaban cosas como: "¿Por qué no abren la puerta? ¿Por qué no la arreglan?" Y, claro, les expliqué que muchas veces estas puertas se cierran para evitar okupas. Es algo muy cotidiano aquí, pero para ellos era como ver un paisaje de otro planeta.
Esto me hizo pensar en cómo la fotografía no solo captura lo visible, sino también las historias y los contextos culturales que hay detrás. Lo que para unos es normal, para otros puede ser extraordinario.
Lo que sugiere esta fotografía
Para mí, esta puerta es mucho más que un objeto cerrado. Es un símbolo. Me hace pensar en:
El paso del tiempo: ¿Quién vivió aquí? ¿Qué historias se escondieron detrás de esta puerta? Ahora está cerrada, pero seguro que antes fue testigo de muchas vidas.
El abandono y la resistencia: A pesar del estado de la fachada, las pintadas sobre la puerta nos recuerdan que alguien pasó por aquí, que este lugar todavía tiene una conexión con las personas.
El contraste entre orden y caos: La señal de tráfico, los cables desordenados, las texturas de la pared… Todo parece estar en conflicto, y eso es lo que hace que la escena sea tan interesante.
La magia de lo cotidiano
Lo bonito de escenas como esta es que nos invitan a mirar con más atención. Una puerta cerrada, unos cables enredados, una fachada desgastada… Todo esto, a simple vista, podría no decirnos nada. Pero cuando lo miras con calma, empiezas a encontrar historias, preguntas, incluso poesía.
Y eso es lo que me encanta de la fotografía: convertir lo cotidiano en algo extraordinario. Porque, al final, una puerta cerrada no es solo una puerta. Es una invitación a imaginar qué hay detrás y a reflexionar sobre el paso del tiempo, las conexiones humanas y las contradicciones de nuestro entorno.
¿Y tú?¿Qué te sugiere esta fotografía? ¿Te hace pensar en algo? ¿Te trae algún recuerdo? Déjame tus reflexiones en los comentarios. ¡Me encantaría saber qué historias te inspira esta puerta cerrada! 😊
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