La fotografía callejera tiene un poder único: la capacidad de congelar un momento efímero y transformarlo en una historia eterna. Es mucho más que capturar calles, edificios o personas al azar. Es el arte de encontrar emociones escondidas en el caos de la ciudad, de descubrir historias que no se cuentan con palabras y de conectar con el alma de un lugar a través de sus gentes, sus expresiones y sus instantes cotidianos.
Una buena fotografía callejera no solo captura lo que ves, sino lo que sientes
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