Una lectura apasionada de una fotografía inolvidable
- Miguelitor
- 18 abr
- 3 Min. de lectura
¿Sabes esas fotos que te atrapan desde el primer momento y te dejan pensando? Pues esta es una de ellas. Kissing in a Bar de Mary Ellen Mark, tomada en Nueva York en 1977, es una imagen que tiene de todo: pasión, feminidad, contraste y una escena cotidiana que se convierte en algo extraordinario.
Me encanta por la efusividad del beso, por la feminidad de la señora y por cómo todo lo que rodea a la pareja añade capas de significado. Es una fotografía que, bajo su aparente sencillez, guarda una narrativa poderosa. Vamos a desmenuzarla, porque merece la pena detenerse en cada detalle.

La pareja: Pasión, contraste y narrativa visual
La pareja es el alma de esta fotografía. Representa un momento de intensa conexión y deseo, pero también un contraste visual y simbólico que abre muchas interpretaciones.
1. La mujer de avanzada edad
Su expresión y cuerpo entregado al momento:La mujer, con su cabello rizado y voluminoso, gafas enormes y el rostro inclinado hacia el hombre, está completamente entregada. Nada de timidez ni reservas: su beso es profundo, apasionado, como si quisiera capturar la emoción del momento sin importar lo que pase a su alrededor.
Los detalles de su apariencia:Sus gafas grandes, los collares largos, los anillos y su ropa hablan de alguien con una personalidad fuerte, quizás algo excéntrica. Es una mujer que no se esconde, que vive con intensidad y que no se preocupa por lo que los demás puedan pensar.
Sus manos como símbolo del deseo:Esas manos largas, adornadas con anillos, son un punto clave. Agarran al hombre con firmeza y delicadeza a la vez, como si no quisiera soltar ese instante. Las uñas pintadas refuerzan su feminidad, mostrando una mujer segura de sí misma, que aún vive con pasión.
2. El hombre más joven
Un papel más contenido:El hombre, en contraste con la mujer, parece más pasivo. Su rostro está parcialmente oculto, pero su postura inclinada hacia ella muestra que corresponde al beso, aunque no con la misma intensidad.
El contraste generacional:Este detalle es clave. Él parece más joven, lo que rompe con las normas sociales sobre las relaciones amorosas. Nos deja con preguntas: ¿es un romance? ¿Un encuentro casual? ¿O una historia más compleja?
3. La conexión entre ellos
El beso como símbolo de deseo y vitalidad:Este beso es el corazón de la imagen. Es apasionado y libre, desafiando la idea de que el deseo tiene límites de edad o contexto. Es un acto de rebeldía contra el tiempo y las normas sociales.
La narrativa implícita:Aunque no sabemos nada de esta pareja, la fotografía sugiere una historia de libertad emocional. Están absortos en su propio mundo, ignorando el bar, al camarero y al resto del universo.
4. El desafío a las normas sociales
Esta pareja rompe con las convenciones en varios niveles:
La edad: Ella es mayor, y eso desafía la idea de que el deseo es exclusivo de la juventud.
El lugar: No están en un escenario romántico típico. Es un bar, un lugar común que, gracias a su conexión, se transforma en algo íntimo.
El género: Ella lleva la iniciativa, con una seguridad que domina la escena.
Los elementos secundarios: Una escena cargada de significado
Los vasos medio vacíos
Ahí están, casi olvidados. Esos vasos medio vacíos parecen hablar del paso del tiempo. El momento ya está avanzado, y lo que queda por consumir es poco… como la vida misma. También sugieren lo efímero: no importa cuánto dure, lo importante es vivirlo intensamente.
El cenicero con el cigarro consumido
El cigarro, casi acabado, es un símbolo de algo que arde con fuerza pero no dura para siempre. Evoca la nostalgia, la decadencia, y el hecho de que todo lo intenso tiene un final. Es un eco del beso: un momento fugaz que, aunque breve, es poderoso.
El camarero contando dinero
Mientras la pareja vive un momento tan íntimo, ahí está el camarero, en su rutina diaria, contando billetes. Parece ajeno, pero su presencia añade otra capa de significado. Representa la indiferencia del mundo ante nuestras emociones más profundas. Además, el dinero introduce una idea materialista: en este bar, todo tiene un precio, incluso el tiempo que se comparte.
Reflexión final
Esta fotografía de Mary Ellen Mark me fascina porque captura algo universal: el amor y el deseo no tienen edad, contexto ni reglas. Aquí todo importa: la pasión de la pareja, la feminidad de la señora, los detalles del entorno. Es una escena que nos recuerda que incluso en los lugares más mundanos, como un bar cualquiera de Nueva York en 1977, la vida puede estallar en momentos de pura humanidad.
Es una lección sobre vivir con intensidad y desafiar las normas. Al final, lo único que importa es no dejar pasar los instantes que realmente nos hacen sentir vivos.
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